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LOS ACTORES Y
LAS ACTRICES PROFESIONALES

Hace poco hemos sufrido la terrible perdida de un compañero al que admirar, no sólo por el talento que ha desarrollado durante su extensa carrera, también por su compromiso y lucha por los derechos laborales y profesionales de nuestro sector. Por eso hoy mi artículo va dedicado a Juan Diego y a todas y todos los que han luchado tanto por dignificar nuestra profesión.

POR RÁUL YUSTE

26 de mayo de 2022 /

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El actor Juan Diego

Quisiera abrir un debate sobre el que he tenido varias conversaciones a lo largo de mi carrera y que a veces crea controversia. Hace unos 7 años, en unas charlas con un director conocido del que no diré su nombre, tuvimos un intercambio de opiniones que, a mi entender, me parecen muy interesantes. El primer día, nos dijo que él iba a contar con actores y actrices no profesionales para su siguiente proyecto porque le daban "más frescura" que un actor o actriz que está "encorsetado en sus métodos”. Al terminar, los asistentes estuvimos tomando un café sin el director y todos los compañeros y compañeras, sin excepción, se mostraron indignados ante esa afirmación. Al día siguiente, y sin que nadie me lo pidiera, saqué el tema a relucir y tuvimos un intenso debate el director y yo en el que no estábamos de acuerdo y lo hicimos ver con total educación y respeto. En el momento que se pidió la opinión del resto de compañeros, no hubo ni uno que me respaldase: los mismos que lo criticaron en la cafetería, ahora estaban diciendo que era egoísta por mi parte pensar de aquella forma. El remate final fue que cuando terminaron estas jornadas, me encontré con varios de los compañeros y compañeras en el metro y me dieron de nuevo la razón, pero ¿Cómo iban a decirle eso a un director conocido si podría suponer el final de sus carreras?

Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos los actores y las actrices es a la imagen que se ha vendido de nuestro sector. A mucha gente cuando le dices que eres actor o actriz, si no te conocen, y no eres reconocido públicamente, les cuesta bastante ubicarte y pueden pensar desde que eres una persona que se mete en una mascota, que realiza actividades extraescolares para niños y niñas o que trabaja en el túnel del terror en el mejor de los casos.

En todos mis años de actor, que ya son 30, ya sea trabajando o buscando trabajo para ello, he oído la palabra “intrusismo” cuando alguien que en un principio no se dedica a la interpretación y que, aprovechando generalmente su fama en otro sector, consigue un papel en una producción. A mi es una palabra que no me gusta, ya que esta es una profesión abierta, y tampoco me gusta juzgar a nadie, ya que somos un componente artístico donde el verdadero juez, es el público que, en mi modesta opinión, si no te dedicas a esto para el público, ya sea para el que está detrás del televisor, el que va al cine, el que te ve en el teatro o los niños de la fiesta de cumpleaños donde has ido a hacer una animación, igual esta no es la profesión que debiste elegir.

Dicho esto como introducción, y convencido de lo dicho, he de decir también, que a veces se falta al respeto a actrices y actores al contar con determinados personajes para producciones, que no son interpretes profesionales, ya sea por tener una gran cantidad de seguidores en las redes sociales, por buscar perfiles muy determinados, o por ser amiga o amigo de tal director, productor… Parece increíble que una disciplina artística pueda estar condicionada por la cantidad de personas que te siguen en Twitter o Instagram, entiendo que para un target determinado en una publicidad, pueda tener una cierta lógica, pero para tener un hueco en una serie, una película o, incluso, en una obra de teatro, que tus posibilidades como actor o actriz dependan de los clics que tengas, deja la profesión en muy mal lugar.

Tener muchos seguidores en redes sociales da la sensación de que garantiza una visibilidad muy importante en la producción en la que participa una actriz o un actor. La realidad es que no suele asegurar nada. Porque seguir y dar 'likes' a una persona en redes sociales no es sinónimo de que vaya a seguir su trabajo actoral.

Al proceso de seguimiento se le llama 'engagement'. Es el índice de compromiso de aquellas personas que te siguen mientras interactúan con las publicaciones diarias. Si dan 'like', si comentan la publicación, se hacen pantallazos, se comparten las fotos o las publicaciones. Todos esos tipos de algoritmos son estudiados por marcas, productores y directores de marketing con el objetivo de asegurar su inversión.

Pero hay muchos intérpretes que aparentemente tienen un ‘engagement’ muy amplio y con muy buenas expectativas y, en cambio, las producciones donde participan no tienen ningún interés para sus seguidores y no llenan cines, teatro o no ven las series donde participan. Cuando se habla de este fenómeno, nos vienen a la cabeza series juveniles como 'Élite' en España o 'Euphoria' en Estados Unidos, pero no se repara en que este tipo de series tienen un componente argumental que es en realidad el secreto de su éxito y no está basado en la cantidad de seguidores que tienen sus protagonistas.

Parto de la base de que para mí cualquier persona que se pone delante de una cámara o se sube a un escenario, ya se convierte en una compañera o compañero y siempre le voy a desear la mejor de las suertes y todo mi respeto y reconocimiento, y mi “crítica” no va dirigida a en ningún momento a ellos. El problema viene de la otra parte, de la persona que contrata a este tipo de actores no profesionales donde siempre suele salir las frases: “Me ha sorprendido su interpretación”; “buscaba la espontaneidad del personaje” o “me daba algo que una actriz o un actor no me podía dar”, etc. Creo que es evidente que cuando hablo de ese tipo de personajes que se dan en producciones, no me refiero a que, si un actor o actriz tiene que saber escalar, contrate a un escalador, y si tiene que saber bailar ballet, contrate a una bailarina.

No estoy criticando el hecho en sí mismo de contar con una actor o actriz no profesional, porque puedo entender que tengan necesidades especificas para determinados papeles, o que estén ante un proyecto muy personal y quieran contar con este tipo de intérpretes, pero en mi más honesta opinión, creo que hay suficientes actrices y actores en este país que podrían hacer lo que una directora o director necesita para cada ocasión, y que sólo es cuestión de buscar a fondo en un sector como el nuestro con un 92% de paro, cuando determinados comentarios dejan caer que lo de ponerse delante de una cámara o subirse encima de un escenario es algo que cualquiera podría hacer, que estoy seguro que más de una y de uno hemos escuchado varias veces a lo largo de nuestra carrera. Un actor profesional no lo dicta la cantidad de formación o experiencia que tiene a sus espaldas, hay muchas maneras de formarse y de tomarse en serio una profesión tan maravillosa, y creo que es hora ya de poner en valor el trabajo que hay detrás de cada actriz y cada actor, un trabajo de 24 horas al día los 7 días de la semana: renovando material, dejándose la piel en escenarios de teatros independientes, invirtiendo en mil y un cursos de interpretación, casting, dirección, haciendo cortometrajes con amigos, renovando el videobook y llamando a la puerta de todos los directores para pedir una “simple” prueba, no un personaje, no, para pedir una simple prueba y poder demostrar todo el trabajo que lleva desarrollando durante años mientras intenta que algún representante confíe en sus posibilidades y le ayude a mejorar su trayectoria artística.

Yo estoy totalmente seguro que un director no selecciona a su director de fotografía en la calle para darle un tipo de profundidad a sus planos "más realista” ni selecciona a su ayudante de dirección dependiendo de los seguidores que tenga en TikTok para que la gente vaya a ver la película, porque todas las profesiones requieren de unos conocimientos previos para llevar a cabo su arte en las mejores condiciones posibles.

En todos estos años, siempre he dicho lo que pienso con total respeto, acepto el debate y la discrepancia, pero lo que no puedo aceptar nunca es el miedo. Miedo que no hay que tener porque no he conocido nunca a un director o directora, o a un productor o productora que por decirle algo discrepante, haya dejado de contar conmigo, hablarme o me haya vetado en cualquier sitio, y creo que es un estigma que hay que quitarse para luchar por los derechos que tenemos como profesionales.

No sé cuántos de los que habéis leído este artículo estáis de acuerdo con mis palabras, pero no tengáis miedo a debatir nunca, creo que es el principio para avanzar y para poner a nuestra profesión en valor. Compañeras y compañeros, creo que Pilar Bardem, Juan Diego, Yolanda Monreal, Antonio Malonda o Tina Sáez, entre muchos otros, estarían muy orgullosos si defendemos nuestra profesión con fuerza, pasión y dedicación y no tanto desde las trincheras de Twitter como si eso fuese a funcionar o a servir de algo (esto último va por mi).

Máscara teatral
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