Hay que volver de nuevo a las caídas a distinto nivel, las que se pueden producir a más de dos metros según la legislación existente RD 1627/1997. Y hay que volver de nuevo por el montaje de West Side Story que se puede ver en la actualidad en el Teatro Calderón de Madrid. En el mismo hay varios actores que tienen que subir y bajar por escalas y colarse en los palcos laterales del escenario.
Una mente preventiva viendo esta forma de montar las salidas y entradas de escena de los actores con personajes más quinquis se pregunta si es necesario. Si no hay otra manera de hacerlas, por el riesgo que tienen de caída a distinto nivel. Actores que suben y bajan sin arnés. Se preocupa menos cuando ve que las escaleras no tienen aros quitamiedos. Hay un consenso entre los profesionales de la prevención de que dichos aros quitamiedos son más peligrosos que beneficiosos. El peligro de los aros es que si alguien se cae, cae golpeándose en uno y otro lado. Es decir, al golpe que se dará contra el suelo se añaden los golpes que se da con los aros que cubren la escalera a medida que va cayendo y las posturas que el espacio le hace coger. Y si hay arnés, lo que puede ocurrir es que con esos aros se de un golpe que sea más grave que la propia caída.
Si uno se pregunta qué aporta artísticamente este riesgo al montaje, parece que poco. Que si se eliminase, tal como dice la ley que hay que hacer con todos los riesgos, en poco cambiaría la opinión del público y de la crítica. Un público que, a pesar de la dura competencia de este año en Madrid, está respondiendo en taquilla. Una crítica que también está respondiendo bien.
Pensando desde un punto de vista de producción, la introducción de este riesgo, simplemente pone en riesgo un recurso que en la actualidad es escaso por la alta demanda que hay de actores y actrices suficientemente preparados y con las características físicas y la resistencia psíquica para un musical. Cualquiera que mire las carteleras o los rankings críticos, los musicales están de moda. Fijándonos solo en los grandes teatros madrileños privados, hay ahora mismo cinco musicales que demandan estos profesionales.
Estas situaciones ocurren a veces por la falta de información y formación de la profesión. Por un lado de los directores y directoras de escena que son capaces de ver los riesgos artísticos que necesitan asumir, pero no los riesgos que esas decisiones pueden introducir para la seguridad y salud de los actores y actrices. Por otro lado, están esos actores y actrices que tampoco ven el riesgo y desconocen el derecho que tienen a la protección de su seguridad y su salud. Y, por último, el productor o productora y los profesionales de la distribución o de la dirección de los teatros que desconocen sus responsabilidades preventivas y son incapaces de evaluar el impacto financiero del riesgo que no controlan en sus producciones o dentro de su teatro. Al permitir que se ponga en peligro a los trabajadores sin los que la función no es posible cada noche, y, por tanto, sin los que no es posible facturar, recuperar la inversión y tener beneficios.
El sector artístico no es distinto de otros sectores. Tienen que evaluar sus riesgos y tratar de eliminarlos, evitarlos y controlarlos. Esto significa que no estaría demás que los espectáculos incorporasen profesionales de la prevención para tener controlados estos aspectos. Y que esta incorporación fuese más allá de la simple aplicación formal de la ley. Es decir, de la generación de los documentos, de la parte burocrática y administrativa. Sino de profesionales de la prevención que supiesen de lo suyo, del hecho escénico y fueran capaces de entenderse con los profesionales del sector, con los distintos interlocutores, entender sus necesidades artísticas y como la prevención puede ayudarles a conseguirlas.
Para ello, también es necesario que el sector artístico desde los productores a los trabajadores, pasando por los programadores, entendiesen como la prevención de riesgos laborales contribuye al espectáculo. Por qué la prevención es necesaria para tener una producción espectacular, por pequeña que sea. Para que los profesionales de la escena compartan esta necesidad y supieran qué les tienen que pedir a los profesionales de la prevención para su espectáculo sería importante que entendiesen más y mejor que es la seguridad y salud. La transversalidad de esta materia.
¿Ha pensado alguien en introducirlo en las escuelas, al menos en las públicas, en las que los profesionales se forman? Se conseguiría así que la prevención de riesgos estuviese integrada en el negocio, es decir, en las decisiones artísticas y de producción que se toman a la hora de montar un espectáculo. Pues la integración de la prevención no significa solo tener profesionales en esta materia, sino saber tomar decisiones en la que este factor también cuente. Y esto, como todo, se consigue con aprendizaje y entrenamiento hasta que se vuelve un automatismo. Hasta que se convierta en un gesto como el ya corriente ponerse el cinturón cuando nos montamos en un coche.