El acoso laboral en el mundo de la interpretación es un secreto a voces en boca de muchos, pese al silencio que unos pocos, con mucho poder, han insistido siempre en mantener al respecto. Del panorama internacional al nacional, algunas de las terribles prácticas de acoso sexual que durante décadas permanecieron sistemáticamente silenciadas en el mundo de la interpretación han ido aflorando públicamente durante los últimos años, pero siempre vinculadas a grandes figuras de renombre que todos y todas conocemos y que nos resulta sencillo identificar. Sin embargo, y desgraciadamente, son muchos más los nombres que no salen a la luz que los que llenan titulares, muchos más los casos perpetrados en producciones de todo tipo que los focalizados en los cuatro grandes magnates de la industria audiovisual, muchos más los que se pierden en el olvido y la impunidad que los que se denuncian y trascienden a la opinión pública.
Hablar de acoso laboral en el campo de la interpretación (y, especialmente, de acoso sexual) es hablar, ante todo, de relaciones de poder. La naturaleza de las relaciones laborales tiene su origen en la desigualdad entre las partes: la poderosa, en este caso el productor o director como jefe; y la vulnerable, los actores y las actrices, como empleados y empleadas.
El productor del espectáculo no es el socio de los intérpretes que en él participan, sino su jefe, y como tal tiene reconocidas una serie de prerrogativas directivas, organizativas y disciplinarias que los trabajadores y las trabajadoras deben respetar. Asimismo, el director de una obra, película o serie de televisión tampoco es el colega de los actores y las actrices a los que dirige, sino su superior jerárquico. En este contexto, reconociendo ya de entrada a otra persona la capacidad de orientar nuestras acciones como considere, se traza una línea muy fina entre lo que dicha persona puede legalmente imponernos y lo que no.
Esta línea se difumina aún más en el ámbito de la interpretación, donde a los actores y las actrices se les pueden exigir cosas totalmente inconcebibles en cualquier otra profesión: besos, abrazos, tocamientos, caricias, golpes, desnudos, etc. La principal herramienta de trabajo de los intérpretes son los sentimientos humanos, en la mayoría de casos expresados por los actores y las actrices a través de sus cuerpos, por lo que en muchos casos puede resultar difícil distinguir los sentimientos reales de los fingidos, lo profesionalmente exigible de lo personalmente inaceptable. Junto a ello, la pasión de los profesionales de la interpretación por su oficio también contribuye a tolerar en algunos casos ciertos comportamientos, comentarios y situaciones ante el riesgo de perderlo todo desde un punto de vista profesional. ¿Y si pierdo este papel por el que llevo tantos años luchando? ¿Y si después de esto no me vuelven a llamar? ¿Y si hablo y no me creen?
"Después de la función, te espero en el hotel", dice el acosador en el camerino.
"No, acabaré mi jornada y me iré a casa a descansar", replica el/la intérprete en el mismo lugar.
"Es por tu bien, estás flojo/a en la obra, algo habrá que hacer", continúa el acosador.
Repulsivo, asqueroso y repugnante son algunos de los adjetivos que se nos vienen a la cabeza a la hora de pensar en actos tan deleznables como el expuesto. No obstante, suceden en entornos laborales tóxicos donde los contratos son siempre de muy escasa duración. Ya lo decía Kant: la fuente del mal está escondida tras la razón.
Lo que queremos resaltar es que estas relaciones de poder, por supuesto, se intensifican cuanto más poderosa es la persona que ostenta dicho poder, pero no hay que olvidar que su esencia existe en la base de cualquier relación laboral, sin necesidad de que el productor sea mundialmente conocido. De lo que se trata es de evitar que las relaciones de poder generen abusos de poder, materializado habitualmente en el caso de los actores y las actrices en insinuaciones, amenazas, etc.
Por ello, es imprescindible contar con un sindicato sectorial fuerte que apoye y defienda legalmente a las compañeras y los compañeros que en algún momento puedan ser víctimas de acoso laboral y acoso sexual en su lugar de trabajo. En el caso de la Unión de Actores y Actrices, en especial desde su Secretaría de Igualdad, existe un compromiso desde hace décadas por respaldar la denuncia ante situaciones de vulnerabilidad de los trabajadores y las trabajadoras en el campo de la interpretación; como es el acoso laboral o el acoso sexual, por supuesto, tratando cada caso con la mayor discreción por parte del equipo de profesionales que componen el sindicato en un entorno seguro y de confianza para los actores y las actrices.