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IRENE 

ARCOS

"Nunca sabes qué escaloncito va a ser el que te propulse hacia el siguiente."

Por: Fátima L.Ortiz y Alfonso Gómez

Enero de 2025

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Irene Arcos para Actores & Actrices Revista. Foto: Fátima L.Ortiz

 

Aunque Irene Arcos estudió Comunicación Audiovisual con la intención de quedarse detrás de las cámaras, la vida tenía otros planes para ella. Su salto al mundo de la interpretación no solo cambió su rumbo, sino que nos regaló a una actriz con un magnetismo único. En esta entrevista para Actores y Actrices Revista, Irene nos abre una ventana a su universo profesional y personal, lleno de pasión y evolución constante.

La actriz, conocida por proyectos como Todos Mienten, Vis a Vis, Élite o -su primer papel protagónico- El Embarcadero, nos contó cómo, ya participando del mundo laboral, contra todo pronóstico, volver a estudiar “fue una de las cosas más bonitas” que le han pasado, porque estaba formándose en “esto”, decía con brillo en los ojos refiriéndose a la interpretación. Este combo en sus entrañas como técnica y como actriz la lleva en la actualidad a “bichear” las cámaras y la iluminación en cada rodaje. Por otra parte, cuando hablamos sobre el teatro, Irene considera que es algo sumamente primitivo, ya que “te conecta con la figura del cuentacuentos”. Sus últimos proyectos teatrales, precisamente, conectan con lo clásico, Antígona o Luces de Bohemia, compartiendo reparto con intérpretes como Antonio Molero, Ginés García Millán o Silvia de Pé.

En la esfera más personal, Irene encuentra desconexión paseando con su perro, una experiencia que compara con una “meditación andando”, y critica cómo la obsesión generalizada por las tecnologías ha afectado nuestra capacidad de simplemente esperar. Con ese equilibrio único entre instinto, aprendizaje y una pasión que desborda cada palabra y cada gesto, Irene Arcos se mueve en el mundo de la interpretación como quien recorre un paisaje que nunca termina de explorar. Versátil y atenta, es consciente de las dificultades del oficio, pero también cuenta con una mirada esperanzadora; cada paso es un descubrimiento, y cada proyecto, un nuevo horizonte.

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Volver a estudiar es una de las cosas más bonitas que me ha pasado, y además, estudiar esto: interpretación

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Irene Arcos para Actores & Actrices Revista. Foto: Fátima L.Ortiz

 

¿Alguna afición que recomiendas y que te ayuda a preparar tus personajes, ya sea mental o físicamente?

Cada proyecto y cada personaje requieren cosas de ti distintas. No suelo repetir patrones para prepararme los personajes. Depende de lo que tenga que hacer, me acerco más hacia un lado o hacia otro. Si es algo muy concreto, me gusta observarlo de cerca. Por ejemplo, el personaje de Vis a vis, que hacía de invidente. Y que fue una cosa pequeñita, pero me preparé eso como si fuera Meryl Streep, me fui a la Once, me enseñaron a comer, y me lo preparé como si fuera la protagonista de mi vida, gustó y fue alargándose en esa temporada. De esa cosa pequeña me llamaron para El Embarcadero, de protagonista. Nunca sabes qué trabajo será el que te propulsará hacia el siguiente.

Hay una cosa que me gusta mucho; pasear con mi perrito. Es un momento de desconexión, porque vamos siempre con los teléfonos. Es una meditación andando, de estar, no estar con el móvil. Me siento en un banco, juego con él, tomo el sol. No sabemos ya esperar, quedarte esperando en los sitios, en la cola del pan.

Te queríamos preguntar sobre eso: ¿Cuál es tu relación con las redes sociales? ¿Alguna vez has pensado en cerrarlas?

No tengo mucho enganche de estar todo el rato teniendo que subir contenido. Es verdad que a veces me he visto a mí misma perdiendo mucho tiempo mirando cosas, que digo “¿Yo para qué estoy viendo cómo se doblan camisetas?”. De repente, esto le quita tiempo a lectura que hacía antes, por ejemplo. Es verdad que sí, que es un arma de doble filo; que te entretiene, hay cosas que no te calan. Gracias a mi perro, apago el móvil y me voy con él al parque.

¿Qué personaje ha sido el más distinto a tu personalidad y cómo te preparaste para interpretarlo?

Es que al final en todos pones cosas y también te alejas. Yo no soy ninguno de los personajes que he interpretado. He hecho de asesina, partiendo de eso… Todos han sido muy distintos a mí y todos son retos cada vez que los haces. Pones cosas tuyas, pero maquilladas. Todas tienen algo mío, pero también hay muchas cosas que no. Por ejemplo, el último personaje, el de la serie de Todos mienten, es una profesora que la echan del trabajo porque tiene un lío con un alumno suyo que además es hijo de una de sus amigas; apaga y vámonos.

¿Esto cómo te lo comes? Pues nada, lo haces, lo defiendes y buscas darle verdad.

Nos has dicho que no te da miedo pensar que con el paso del tiempo el trabajo escasee, pero en cuanto a esto, ¿tienes algún otro miedo?

 

Claro, el paso del tiempo, la enfermedad, el ver cómo vas afrontando tu propia vejez… Vamos a tener un testigo directo que son las cámaras, que cueste moverse… A todo el mundo le da miedo hacerse mayor, pero bueno, vamos a coger el toro por los cuernos. Hacerse mayor es una cuestión de valientes. Hay momentos en los que en la vida hay que sacar la valentía a pasear.

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Ahora, las mujeres mueven la acción a cualquier edad. Es una gozada ver esto y poder participar de este momento

¿Hay proyectos futuros que puedas contarnos?

Ahora mismo estoy con Luces de Bohemia, en el teatro, todo está vendido. Hemos triunfado absolutamente esta producción, somos 25 actores. Espero poder contaros cosas pronto, pero esto, como todo, no se puede decir. Hay cosas, y estoy contenta con lo que va viniendo.

 

En Luces de Bohemia, compartes reparto con Ginés García Millán, Antonio Molero o Silvia de Pé, entre otros, y también interpretaste a Antígona, ¿por qué crees que seguimos enganchados a los clásicos?

Porque ahí está todo, no puede ser más de actualidad. Hay gente que me lo dice tras ver Luces de Bohemia, que parece que está haciendo un retrato de la sociedad hoy en día. Se dicen frases con las que la gente se ríe yo creo porque ve el paralelismo directo con lo que pasa hoy día. En Antígona, lo mismo. Fue la primera revolucionaria que usó la desobediencia civil para enfrentarse a leyes injustas y también a darnos cuenta de la autonomía que tenemos como agentes para cambiar las cosas. Además, me hizo mucha ilusión este papel porque fue justo en la pandemia, que estábamos encerrados pensando cuándo se abrirían los teatros. Cuando empezaba a parecer que se podía poner en movimiento otra vez todo, fue el Festival de Mérida, que era al aire libre y se hizo con mascarillas.

 

En Tan solo el fin del mundo se exploran las relaciones familiares, las consecuencias de la ausencia… Es una obra cargada de tensión, emoción y conflicto, ¿qué sensación crees que deja en el espectador cuando las luces se apagan?

Yo creo que la gente se queda bastante rota. Nosotros también, es que habla de la imposibilidad de las palabras para comunicarte a veces. Que no dan esas palabras, son relaciones muy tóxicas, complicadas, lo que quieres decir al final no lo dices y te vas… Habla de que a veces las palabras no alcanzan para poder comunicarnos realmente.  Es una obra que te quedas con un desasosiego, con ganas de abrazar a tu familia y hacerlo a tiempo. La historia del propio autor también es muy triste, que escribe la obra cuando se entera de que tiene SIDA, en una época en la que era una sentencia de muerte, y así fue.

Me gusta mucho pasear con mi perro; es un momento de desconexión, me lo tomo casi como una meditación andando

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 Texto por Fátima L.Ortiz

Diseño por Alfonso Gómez

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