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FESTIVAL DE OTOÑO A PRIMAVERA: UN FESTIVAL LUCHANDO POR SU IDENTIDAD

 

Por: Antonio Hernández

2 de octubre de 2017 /

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Por los mentideros de la villa (de la villa de Madrid, por si no quedase claro) corría la opinión de que el verdadero Festival de Otoño a Primavera de esta temporada era la programación que Alex Rigola hacía en los Teatros del Canal. Incluso, teniendo en cuenta los cambios en la gestión de los centros escénicos del Ayuntamiento de Madrid, se podría decir, a tenor de lo que sucedía anteriormente, dicha programación se correspondería realmente con la de Rigola combinada con la polémica de Mateo Feijoo para el Centro Internacional de Artes Vivas de las Naves del Matadero.

 

Pocos apostaban porque Carlos Aladro saliese con bien de su primer Festival de Otoño a Primavera completamente propio. A lo que no ayudaba que muchos centros dieran a conocer sus programaciones  antes de que comenzara el veraneo, mientras la del festival se hacia esperar. Y se hizo esperar hasta el 20 de septiembre demostrando que hay mucho teatro de calidad por ver y por conocer. Que el teatro y su concepción más amplia de artes escénicas, con su desarrollo local, permite a miles de artistas alrededor del mundo trabajar, realizar su proyecto. Proyectos que gracias a la tecnología y las comunicaciones se pueden conocer y exportar a cualquier parte del mundo.

 

Eso es lo que se ha buscado. Tratar de traer a aquellos artistas que ya tienen un nombre, han generado un interés en los profesionales y en el público y que todavía no se habían visto en Madrid, o solo puntualmente, a veces con poca difusión en espacios poco conocidos. Es el caso de esos espectáculos más difíciles de clasificar que al final acaban en el cajón de sastre de la performance o teatro físico y de movimiento, como “Natten” de Mårten Spångberg, “Missing” de Gecko Theatre Company, “En Manque” de Vincent Macaigne  que viene de la mano de Théâtre Vidy-Lausanne o de “SenecioFicciones” de Sara Molina y los hombres melancólicos. A los que se les puede añadir la danza contemporánea de “Rain” de Anne Teresa De Keersmaeker y Rosas.

 

Eso no quiere decir que se abandone el teatro en su concepción más clásica, la de unos actores que representan un texto, una historia, subidos a la escena para un público que se asiste desde la platea a la representación. Para estos el festival ha mirado a Latinoamérica trayendo “Terrenal” de Mauricio Kartun desde Argentina para inaugurar el festival en el Teatro de la Abadía. Una inauguración que se acompaña de un cierre en el Teatro Pavón Kamikaze, centro que acaba de recibir el Premio Nacional de Teatro 2017, con Toni Servillo que viene de la mano del Piccolo Teatro di Milano, Teatro d’Europa y Teatri Uniti di Napoli con “Elvira”.

 

Inauguración y cierre que significan, por lo que muestran, mucho. Un camino que lleva del Teatro de la Abadía y su concepción del teatro de la palabra al Teatro Pavón Kamikaze y su nueva concepción del teatro de la palabra. De una obra como “Terrenal”, que podría haberse programado en ambos teatros, en el que la estrella es el director a una obra como “Elvira” en el que la estrella es el actor Toni Servillo.

 

En esta reivindicación del texto y de los actores se encuadran otras dos de las propuestas. Una viene de México. Ese “Mendoza” de los Colochos que no es otra cosa que una relectura del “Macbeth” de Shakespeare desde los referentes de la cultura popular mexicana con el objeto de acercarlo al pueblo, localizarlo. Un espectáculo que muchos profesionales y aficionados conocen porque ya pasó por el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro en 2014 donde fue una verdadera conmoción y consiguió el premio AlmagrOFF. Y que muestra, una vez más, que el teatro, antes que dinero es unos actores con talento e imaginación.

Texto y actores es lo que seguramente ha llevado al festival a coproducir La Fundación de Buero Vallejo de la Joven Compañía. Este proyecto social que se vincula a través del teatro y que no deja de hacerse cada vez más grande con el propósito de introducir a los jóvenes desde el escenario y desde las butacas de un teatro en este misterioso arte de la representación, arte político, es decir, de la polis que acompaña a los seres humanos desde tiempos inmemoriales allá donde este vaya. Compañía que ha rejuvenecido el escenario con jóvenes suficientemente preparados y las butacas con estudiantes de instituto, haciendo representaciones específicamente para ellos. Propuestas que han ganado los corazones de estos jóvenes y de muchos adultos. Mostrando que los intereses y gustos de unos y otros no son tan distintos como la segmentación comercial del marketing y los mercados quieren hacernos pensar.

 

Y dentro de estas líneas de programación ¿qué aporta la portuguesa Companhia do Chapitô? Por un lado, la reivindicación de un teatro hecho a partir de actores. Y por otro, la reivindicación del humor, de la risa. Porque esta compañía ha sido capaz de construir dos grandes comedias a partir de tres actores y dos grandísimas tragedias griegas como son Edipo y Electra. Dos comedias con las que llevan recorriendo el mundo y algunas partes de España, y con las que ya estaban tardando en llegar a Madrid. Un teatro que en su concepción pertenecería más a las corrientes periféricas del teatro pero que por sus resultados se convierten en espectáculos populares, lo que seguramente hará muy difícil conseguir entradas para la Cuarta Pared a finales de febrero y a principios de marzo de 2018.

 

En definitiva, una programación que podría haberse intuido por poco que se hubiera pensado en el nuevo director en vez de haberse dado pábulo a esos debates espurios que se producen en la villa y corte, un entrenamiento banal en el que perder el tiempo. Ya que la programación aúna sus intereses como profesional, no es raro verlo en los teatros de Madrid viendo lo más rabiosa y performativamente contemporáneo, con sus puestas en escena interesadas en el texto y los actores. Sin olvidar ese espíritu burlón, guasón y cachondo que tiene y que le hace ser fan, por ejemplo, de El Pont Flotant.

 

Aspectos que seguramente mantendrá en próximas ediciones en que el festival se contrae en el tiempo y volverá a ser otoñal recuperando el nombre de Festival de Otoño a secas. Festival que ya lleva 35 años modernizando al público madrileño como público de artes escénicas y facilitando el encuentro de los profesionales españoles con los artistas más interesantes del momento mediante la organización de actividades paralelas alrededor de la programación. Y que este año comienzan con un taller magistral del muy reconocido y premiado Mauricio Kartun.

 

En el video promocional del festival se dice que el mundo es un maravilloso escenario que tiene un reparto deplorable. Este año Madrid gracias a los cambios que se han producido las direcciones de los centros teatrales públicos y privados, nacionales y locales, y a este festival puede conseguir que, al menos sobre el escenario, mejore el reparto.

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