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FESTIVALES: una ventana al talento español

Los altavoces de nuestros intérpretes de cine y de teatro

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Por: Fátima L. Ortiz

Mayo de 2025

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“Los festivales son un trampolín, una ventana al mundo que pone a disposición del talento toda una maquinaria de promoción sin la que hoy por hoy sería difícil subsistir para muchos creadores”, afirma el director del Festival de Cine de Málaga, Juan Antonio Vigar.

Y es que los festivales no son solo celebraciones puntuales: son auténticas plataformas que proyectan el talento de nuestros intérpretes al exterior. Estos encuentros ofrecen algo más que programación: suponen impulso, visibilidad y un espacio donde artistas, industria y público se encuentran cara a cara.

Desde el prestigioso Festival Internacional de Cine de San Sebastián hasta la energía del de Málaga, o el legado del Festival de Teatro Clásico de Mérida, sin olvidar los Veranos de la Villa en Madrid, el mapa cultural español brilla por su diversidad. Cada uno, a su manera, refleja la riqueza creativa del país y cumple una función esencial: ser escaparate para actores y actrices, ya consagrados o emergentes.

En conversación con Actores Actrices Revista, sus directores —Juan Antonio Vigar, José Luis Rebordinos, Jesús Cimarro y Joaquín de Luz— comparten los retos de liderar estos espacios, pero también su ilusión por sostenerlos como semilleros de talento.

Joaquín de Luz, recientemente al frente de los Veranos de la Villa, destaca la capacidad de la cultura para unir, viendo los festivales como encuentros multidisciplinares: “En un mundo tan polarizado, me gusta la idea de que el arte proponga esta utopía de colaboración”. De hecho, haber desarrollado su carrera en Nueva York, una ciudad con muchas mezclas culturales, ha hecho que la diversidad sea una de sus señas de identidad.

Coreógrafo y exdirector de la Compañía Nacional de Danza, de Luz defiende que intérpretes y bailarines comparten una misma misión: “Todos los buenos artistas tienen en común la habilidad de comunicar emociones; solo usan vehículos distintos”.

Su apuesta por una programación diversa y accesible a nuevos públicos refuerza la función del festival como altavoz del talento, en una ciudad como Madrid, que es referente cultural y altavoz: “Tenemos una gran responsabilidad con nuestro talento: debemos apostar por nuevos artistas y al mismo tiempo alzar a los más consolidados”. Así, los festivales no solo muestran propuestas nuevas, sino que crean un espacio de legitimación para el talento ya establecido.

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Los festivales son un trampolín,
una ventana al mundo 

Juan Antonio Vigar

 

Por su lado, el Festival de San Sebastián ha sabido consolidarse como uno de los más influyentes del ámbito europeo. Su director, José Luis Rebordinos, destaca el papel “prescriptor” de los festivales como espacios que “hacen una pequeña criba, tanto para el público como para distribuidores”. En secciones como New Directors, Nest o Ikusmira Berriak, el Zinemaldia se convierte en un auténtico vivero para actores y actrices emergentes.

Rebordinos recalca la importancia de una programación heterogénea: “Buscamos mostrar la variedad de nuestro cine y del internacional”, sobre todo, ante una oferta actual tan amplia, “son necesarias ventanas que ayuden a visibilizar los trabajos más interesantes”. En su apuesta por visibilizar el talento, reconoce que el principal reto es la financiación, sin perder de vista su compromiso con el cine español y el vasco.

Desde Málaga, Juan Antonio Vigar subraya que descubrir talento forma parte del ADN del festival: “Uno de nuestros homenajes es el Málaga Talent, que premia figuras emergentes de nuestro panorama audiovisual”. Con la incorporación del cine iberoamericano a su programación, el certamen refuerza el vínculo con una comunidad lingüística y creativa que ha demostrado ser estratégica: “La coproducción es una tendencia creciente y América Latina es nuestro espacio natural de crecimiento”.

Si el cine encuentra en los festivales impulso y resonancia, el teatro no se queda atrás. El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, dirigido por Jesús Cimarro, es el más antiguo de España y un referente de la escena, atrayendo en su última edición a casi 180.000 personas.

“No se limita al Teatro Romano —aclara Cimarro—; hay programación en otras sedes de la ciudad y eso permite que todo tipo de público se acerque al teatro clásico”. Para intérpretes como Juanjo Artero, participar en Mérida es una experiencia única, por actuar bajo las estrellas, en un enclave con siglos de historia, y destacaba la importancia de los clásicos: “A veces ves a la sociedad reflejada en los grandes textos: es un espejo”.

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Lo complicado ahora es acercar al público, especialmente a los jóvenes, a las salas de cine

José Luis Rebordinos

 

En la misma línea, el actor Alfredo Noval nos contaba cómo el teatro clásico supone una oportunidad para conectar con las nuevas generaciones: “Tenemos una asignatura pendiente para hacerlo atractivo y que los más jóvenes se acerquen a él”. Cimarro, por su parte, defiende que “los clásicos son el origen de nuestra cultura y abordan temas universales que siguen vigentes”.

Y es que, en tiempos de plataformas digitales y consumo audiovisual inmediato, los festivales también se enfrentan al reto de renovarse. Para Joaquín de Luz, la clave está en la identidad: “Hay que ofrecer algo único; emocionar a un espectador que lo tiene todo en el móvil”. Aun así, tiene claro que “nada sustituye la experiencia de estar en una butaca, siendo testigo de algo irrepetible”.

Jesús Cimarro piensa que la tecnología puede ser aliada pero no sustituta: “Puede ayudar a acercar el teatro a nuevos públicos, aunque la esencia sigue siendo el contacto directo entre actores y público”. El festival de Mérida cuenta con un público fiel, y eso, dice, “crea una complicidad muy especial”.

Esta presencialidad indispensable no es única del teatro, como cuenta Rebordinos: “Lo complicado ahora es acercar al público, especialmente a los jóvenes, a las salas de cine. Cada vez se ve más audiovisual, pero menos en pantalla grande”. Su apuesta: generar eventos únicos, con invitados y actividades paralelas que conviertan la experiencia de ver cine en algo memorable. Vigar, por su parte, ha abrazado las nuevas formas de creación con espacios como Hack Mafiz Málaga, donde conviven realizadores tradicionales y creadores digitales.

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Hay que ofrecer algo único; emocionar a un espectador que lo tiene todo en el móvil

Joaquín de Luz

Además de ser escaparates de talento, los festivales son generadores de empleo para todo tipo de artistas y creadores, y mueven la economía cultural. El Veranos de la Villa, por un lado, ofrece plataformas multidisciplinares con música, danza y circo también, y Málaga, por ejemplo, ha visto crecer su presencia en el sector audiovisual gracias al trabajo conjunto del festival y la Málaga Film Office. “Hemos impulsado carreras, atraído rodajes y mostrado el talento local al mundo”, afirma Vigar, también director de esta oficina municipal de rodajes.

 

Estos directores deben contar con tres pilares básicos para enfrentarse a los retos que supone dirigir un festival: liderazgo, visión y sensibilidad artística. Sin embargo, todos ellos coinciden en que el trabajo en equipo es clave para poder cumplir la misión de impulsar el talento. Y, por ejemplo, Joaquín de Luz tiene claro su camino: “Quiero una temporada donde la cultura logre ser ese pegamento social donde, a través de la música, teatro y danza, los espectadores puedan embarcarse en un viaje transformador”, concluyendo con firmeza: “Necesitamos volver a estar inspirados”.

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Lo que sucede en la sociedad transforma la cultura y viceversa

Jesús Cimarro

Está claro que la cultura tiene un poder transformador en la sociedad y que los festivales son pilares fundamentales para su promoción y su desarrollo. Para Jesús Cimarro, existe una relación simbiótica: “lo que sucede en la sociedad transforma la cultura y viceversa”.

Al final, un festival no es solo una sucesión de funciones, estrenos o aplausos; es un lugar donde el arte se comparte entre todos y todas. Los intérpretes, en la pantalla o en las tablas, se enfrentan al vértigo de contar y en ese gesto, tan antiguo y a la vez siempre nuevo – como nos revelaba en una entrevista la actriz Irene Arcos, “siempre ligado a nuestra naturaleza primaria de contar cuentos” -, los festivales ofrecen una oportunidad y una mano amiga.

Cada festival, en el fondo, es una promesa: la de seguir creyendo y apostando por el poder de la escena y por el talento español que, como siempre, está esperando su momento para brillar.

Texto: Fátima L. Ortiz

Diseño: Alfonso Gómez

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