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Marilyn o el placer de estudiar

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Eva Lesmes, Directora Académica de la Central de Cine, habla de la importancia de la formación a través del 'caso Marilyn'

Eva Lesmes

26 de enero de 2018 /

Con frecuencia oímos hablar de la importancia de la formación para el actor pero me gustaría destacar un ejemplo emblemático de cómo la formación puede transformar tu vida y tu carrera: Marilyn Monroe. Casi todo el mundo sabe que Marilyn Monroe se formó durante un tiempo en el Actor´s Studio de New York. Lo que ya no es tan conocido es que ya era una estrella cuando empezó a formarse. 

Marilyn, Noma Jean,  siempre había estado cercana a la industria, su madre era montadora y ella, una chica humilde y bella, enseguida coqueteó con las cámaras. Empezó haciendo algunos trabajos cómo modelo fotográfico y como figuración, hasta que pronto fue descubierta para el cine, firmó un contrato con la Twenty Centry Fox  y comenzó a hacer pequeños papeles en películas como  “La jungla del asfalto” o “Eva al desnudo”. Ahí los papeles se sucedieron y pronto empezó a tener protagonistas en películas tan emblemáticas como  “La tentación vive arriba”, “Como casarse con un millonario” o “Los caballeros las prefieren rubias”. Para entonces Marilyn ya era la “bomba sexual”, el “objeto de deseo”, “la rubia explosiva y un poco tonta”, y con ese personaje-tipo se había convertido en una estrella, una gran estrella con salarios multimillonarios y perseguida por la prensa. Pero Marilyn quería algo más, ser una chica guapa y con facilidad natural para la comedia no era suficiente, Marilyn quería ser una “buena actriz”.

A mediados de los años 50, hizo un parón en su carrera, dejó Hollywood y se trasladó a New York para formarse como actriz, en la que en esos momentos era la escuela de moda: el Actor’s Studio. Allí se formó con Lee Strasberg y coincidió con actores como Marlon Brando o Montgomery Clift. Nunca fue tan feliz, ni se sintió tan en el lugar en el que quería estar y en dominio de su vida como en esa época en New York. Marilyn trabajó intensamente con Lee y aprendió a conocerse, a utilizar sus emociones y su bagaje personal, a improvisar y a explorar en sus personajes buscando una profundidad que hasta entonces ni siquiera sospechaba. Creció como actriz y como persona, y buscando ir más allá en sus creaciones, fundó una productora para producir sus propios proyectos con la que rodó “Bus stop” y “El príncipe y la corista”. Con “Bus stop” consiguió estar nominada a Mejor actriz en los Globos de oro; por “El príncipe y la corista” ganó el premio Donatello y estuvo nominada a los Bafta.

Su trágica vida, marcada por una infancia de abandonos, solo le dio la posibilidad de rodar tres  películas más, dos de ellas quizás las más importantes de su carrera: “Con faldas y a lo loco” y “Vidas rebeldes”. Por su papel en “Con faldas y a lo loco” consiguió el Globo de oro a mejor actriz. Si analizamos estas últimas películas nos encontramos una Marilyn muy distinta a la de su primera etapa: una actriz mucho más madura, con una gran vulnerabilidad, capaz de una profundidad dramática interpretativa que traspasa la pantalla y que nos permite intuir que, a pesar de su trágico final, hubo en esa última etapa de su vida algo bello y positivo: pese a todo, Marilyn consiguió finalmente ser la actriz que quería ser.

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