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Nuevos tiempos y otros lenguajes para la lírica

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En la diferencia está la riqueza

Por: Adolfo Simón

17 de mayo de 2018 /

Este mundo, este país, esta ciudad de Madrid no dejan de sorprenderme día a día. Cuando todo parece que está en cierto orden, salta una noticia que como una chispa prende el fuego y todo se altera. Hace poco escribía que se había conseguido cierto equilibrio entre los dos templos de la lírica y la zarzuela en Madrid. Si en el Real se estaba consiguiendo un cierto consenso entre lo formal y la innovación, en la Zarzuela se estaba vislumbrando una nueva línea que daba esplendor y brío al género mal llamado, chico. Y de golpe, aparece la noticia de la fusión de ambos teatros. No se sabe si es cuestión de producción o poética. Si es lo primero, no tendría mucho sentido cuando se supone que estamos saliendo de la famosa crisis y si es por dar un perfil semejante del repertorio en los dos teatros, tal vez se pierda eso que les diferencia y que no debería confundirse. Es cierto que hay zarzuelas que están muy cerca de la ópera, pero, tanto en los libretos como en lo musical, sería interesante indagar con otro tipo de planteamientos escénicos que enriquezcan y creen diversidad. Durante años se ha buscado una formula zarzuelera que conectase con los nuevos públicos, en ocasiones se han realizado experimentos extraños que no han dejado contento a nadie, pero, ahora, no me parece el mejor momento para neutralizar las dos líneas musicales, habrá que esperar a ver qué ocurre con esta nueva prueba de gestión y repertorio, si se lleva finalmente a cabo.

Para dejar constancia de las diversas fórmulas y espacios en los que se ha mostrado otros lenguajes y estéticas posibles, ahí va un recorrido por lo último visto y oído en Madrid…

Teatro de la Zarzuela

El dúo de la Africana del Proyecto Zarza

¡Por fin aire fresco en el Teatro de la Zarzuela! Hay que empezar diciendo que el nuevo equipo de dirección de este teatro se ha tomado en serio la revisión y acercamiento de nuestro género musical más popular al público de hoy. En las puestas en escena para el público adulto han realizado intentos de dar un giro a la dramaturgia y puesta en escena para que las obras no parezcan sacadas de un baúl cerrado durante mucho tiempo. En la versión libre que se presentó de “El dúo de la africana”, dirigida especialmente al público joven, había gran cantidad de elementos atractivos. Por un lado, la utilización de la estructura de la obra para poder jugar con ella a una meta realidad sencilla: El ensayo de una gala y de paso, incluir otros temas musicales, además de los que hay en la zarzuela original, canciones que hoy están en la mente de todos y que nos provocaron sonrisas y tarareo en el patio de butacas. Además de la versión del libreto, el marco estético funcionaba de maravilla, sencillo, con toques de escenario de concierto musical y con elementos estéticos pop que le daban mucho juego a la propuesta.

Maruxa de Amadeo Vives

Estrenada en el Teatro de la Zarzuela, el 28 de mayo de 1914, en la nueva producción de este teatro, se realizó un canto a las tierras gallegas, “Maruxa”, simbólicamente, era Galicia. La acción transcurría en el final del mundo conocido para los romanos, como Finisterre, frontera entre la realidad y la leyenda celta. Los libretos de las zarzuelas pecan de melodramáticos y se suelen centrar en historias de amor, en general. La música suele sobrevivir mucho más que las historias; es más placentero oír a la orquesta que seguir muchas veces la trama. No obstante, en esta nueva etapa del Teatro de la Zarzuela, como vengo diciendo. había gran interés por darle un giro dramatúrgico a las narraciones, para conectarlas con el público de hoy. En la “Maruxa” que se pudo disfrutar en Madrid había una línea paralela en la puesta en escena, en la que, al fondo de la historia de amor, el poder estaba tramando también; como metáfora de un tiempo sin medida, el abuso sobre la sociedad.

Maruxa - Teatro de la Zarzuela © Javier del Real

Teatro Real

Gloriana de Benjamin Britten

Ivor Bolton, director musical del Teatro Real, afrontó el reto de dirigir una de las óperas menos conocidas de Benjamin Britten, “Gloriana”, obra encargada para la coronación de Isabel II, cuyo estreno en Madrid ha tenido lugar el 12 de abril. Tras el rotundo éxito que en la pasada temporada consiguiera con Billy Budd, del mismo compositor, el maestro británico ha trabajado, en esta ocasión, junto al director de escena David McVicar para ofrecernos un retrato histórico, y poco amable, de la reina Isabel I de Inglaterra. Anna Caterina Antonacci y Alexandra Deshorties se alternaron en la representación del papel protagonista, mostrando una Isabel atrapada por sí misma entre sus obligaciones como reina y la turbulenta relación que mantiene con el ambicioso conde Essex, Robert Devereux. Durante sus últimos años como soberana, Isabel I de Inglaterra se sabía una mujer al límite. Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, sobre sus hombros seguía pesando la responsabilidad de un reino dividido y de una iglesia independiente de Roma. Detrás del esplendor oficial de su corte se escondía una mujer presa de sus contradicciones, superada por su envejecimiento y traicionada por el hombre que amaba. La puesta en escena era espectacular.

Aida de Verdi

En “Aida” convivían, como en pocas óperas, lo grandioso y lo íntimo: al sanguinolento enfrentamiento entre etíopes y egipcios se yuxtaponía al amor de Radamès, jefe militar de estos, por Aida, esclava de aquellos. El suyo es un amor más poderoso que el odio entre ambos pueblos, las diferencias sociales y las convicciones incompatibles; un amor tan sólido como el muro que impide su consumación.
Verdi eligió esta historia tras rechazar una amplia gama de alternativas que iban desde tramas cómicas hasta temáticas a partir de las cuales hubiera podido componer una gran opera. Se implicó intensamente en el proceso de redacción del libreto que firmaría Antonio Ghislanzoni, con quien ya había colaborado en la revisión de “La forza del destino”, y su estreno, en la Ópera de El Cairo, inaugurada solo dos años antes, resultó todo un éxito. Como parte de la celebración de su bicentenario, el Teatro Real ha querido rendir homenaje a su propia tradición, rescatando de sus almacenes parte de la escenografía de la producción de 1998 que tanta admiración levantó en su momento, y que durante mucho tiempo fue imposible reponer por sus complejos requerimientos técnicos y humanos y que ahora tuvimos ocasión de disfrutar.

Street Scene de Kurt Weill

El estreno en el Teatro Real de “Street Scene” de Kurt Weill, fue uno de los acontecimientos de esta Temporada, con libreto de Elmer Rice, basado en su obra homónima (premio Pulitzer 1929) y letra para las canciones de Langston Hughes, “Street Scene” cuenta una historia de vidas anónimas en una gran ciudad de manera brutalmente realista. Esta ópera, la primera compuesta por Weill en su exilio americano, fue denominada por el autor “ópera estadounidense”, y en ella se amalgaman la comedia musical de Broadway, el jazz norteamericano y la tradición europea operística. Impactó que, en la programación de este año apareciese un espectáculo que nos hace reflexionar sobre el mundo de los “no” poderosos. Una historia de supervivencia y sueños truncados para unos personajes que sobreviven sumergidos entre el calor y la pobreza. Llamaba también la atención que una ópera creada por Weill hace tanto tiempo, hablase ya del desahucio y de la violencia contra la mujer, temas tan candentes hoy.

Dead Man Walking de Jake Heggie

El 26 de enero se estrenó en el Teatro Real de Madrid, “Dead Man Walking”, primera ópera del compositor Jake Heggie, basada en el libro homónimo de la hermana Helen Prejean, llevada al cine como “Pena de muerte” por Tim Robbins con Sean Penn y Susan Sarandon, ganadora del Óscar a Mejor Actriz. “Dead Man Walking” (Ahí va el hombre muerto) – argot de las prisiones estadounidenses para referirse al condenado a muerte cuando es trasladado desde la celda hasta la silla eléctrica- es una reflexión sobre la pena de muerte y, al mismo tiempo, sobre el poder redentor del amor. La mezzosoprano Joyce DiDonato daba vida en el Real a la hermana Helen Prejean, protagonista del drama, bajo la dirección musical de Mark Wigglesworth y escénica de Leonardo Foglia. Una producción contemporánea que nos hizo pensar en el debate sobre el bien y el mal en cualquier época. La intensidad teatral de la puesta en escena a la que se suma el gran trabajo interpretativo del elenco principal hacía de esta ópera un espectáculo poco habitual en la cartelera operística.

La Bohème de Giacomo Puccini

Una nueva producción de “La Bohème” de Giacomo Puccini, con Paolo Carignani, en la dirección musical, y Richard Jones, en la de escena, llegó al Teatro Real en coproducción con la Royal Opera House de Londres y la Lyric Opera de Chicago. El frío diciembre de Madrid nos transportó al invierno parisino, teñido de melancolía, para acompañar el amor truncado de Rodolfo (Stephen Costello/Piero Pretti) y Mimì (Anita Hartig/Yolanda Auyanet). Puccini construye una historia protagonizada por personajes juveniles, cargados de inocencia y esperanza, cuyos sueños se truncan en medio de la miseria y cuyas vidas siguen conmoviendo hoy en día. La belleza musical, la eficacia dramática, los motivos orquestales y la narración sentimental propia del melodrama italiano hicieron de “La bohème” una de las óperas más queridas. Y en esta nueva versión escénica se evocaba un espacio desubicado en el escenario, dejando entrever que los momentos de la obra son fragmentos de sueños utópicos.

Dead Man Walking - Teatro Real © Javier del Real

Otros espacios

La Traviata de Anto Rodríguez en Pradillo

Violetta celebra una fiesta en la que conoce a Alfredo, un joven de buena familia que le declara su amor. Con mucho miedo por sentirse incapaz de amar y ser amada decide finalmente empezar la relación con Alfredo lejos de su vida pasada como cortesana. El padre de Alfredo exige a Violetta que deje a su hijo para salvar la honra de la familia. Ella, destrozada por el dolor, abandona a Alfredo y le hace creer que está enamorada del Barón. En una fiesta, Alfredo humilla a Violetta delante de sus amigos, pero el padre de este interrumpe la escena para despreciarlo por su conducta y contarle la verdad. Alfredo arrepentido se encuentra con Violetta enferma de tisis. Justo antes de morir en sus brazos, le pide a su amado que se case con una buena mujer. Este podría ser el resumen de la ópera de Verdi, la escenificación, normalmente dura unas tres horas, aquí, nos encontramos, en cambio, ante una visión peculiar de la obra, una vez narrado el cuento, Anto Rodríguez se dedicaba a convocar nuestra atención sobre una serie de momentos o enfoques de la pieza para que descubramos lo que hay más allá de la narración convencional. Una performance operística muy interesante para abrir la segunda etapa de la nueva programación de Pradillo.

El pintor de Albert Boadella y Juan J. Colomer en los Teatros del Canal

Albert Boadella se rodeó de un equipo artístico contemporáneo, tanto el espacio escénico e iluminación, como el movimiento y el tratamiento actoral en los cantantes, huía de la fórmula clásica para estar en sintonía con la mirada que se realiza sobre Picasso y su obra. Aquí, como nos tiene acostumbrados Boadella, no pretendía mostrar un perfil del genio de la pintura que haga elogio a su trayectoria, más bien buscaba y argumentaba todo aquello que podría suponer descrédito para el autor del Gernika. Un recorrido sobre su vida, saltando de mujer a mujer como elemento perturbador e inspirador de su obra, nos mostró a un hombre que pintaba con testosterona más que con colores. La ocasión de vender su alma a la comercialidad empujó al genio a desvirtuar su mirada sobre el arte y su evolución. Una propuesta sin grandes alardes, conceptual, centrada en el personaje, su biografía y su conflicto con otros pintores de su tiempo. La música acompañaba cada pasaje escénico de la lectura crítica de uno de los mayores genios del siglo XX.

Los elementos, ópera armónica al estilo italiano en la Fundación Juan March

“Los elementos” se presentó explícitamente como una “ópera armónica al estilo italiano”, en la que confluían la mejor tradición del verso hispano con las novedades italianas de la música, materializadas en el uso de violines y la alternancia de recitativos y arias. Estos rasgos estilísticos se entendían entonces como sinónimo de modernidad, algo que tampoco escaparía a sus primeros oyentes. La puesta en escena de esta nueva producción trajo estos códigos alegóricos al presente, al tiempo que mantenía el mundo emblemático de la ópera barroca, con los originales resultados propios del esplendor de esta etapa dorada de la música española, el resultado fue una exquisita pieza de ópera-música-danza que, a pesar del estatismo de los personajes, desde la dirección, se consiguió un juego casi constelar a través del sutil movimiento de los personajes-símbolos y de la música deliciosa que acompañó y acarició cada momento, consiguiendo en el patio de butacas una sensación hipnótica.

Vocaloid Opera-The End de Keiichir Shibuya + Hatsune Miku en Naves Matadero

Una ópera sin orquesta, sin actores, sin escenario. Una ópera que no emerge de las cuerdas vocales de ningún intérprete humano, sino que se componía de música electrónica producida por ordenador e imágenes proyectadas en seis pantallas. “The End” es una ópera llena de vida y de muerte, la primera ópera Vocaloid (aplicación software de síntesis de voz capaz de cantar) de la historia. Con “el final” como tema, los artistas Keiichiro Shibuya, YKBX y evala abordan los problemas de realidad e ilusión que tenemos alrededor de nuestra vida y muerte, con un trabajo multifacético que aunaba arte tecnológico, cultura pop japonesa y artes escénicas. El futuro ha llegado a la escena, si hace un tiempo me hubieran preguntado por el futuro de lo escénico, habría pensado que seguiría siendo un ritual vivo, como en su origen griego, pero, tras ver la propuesta de “The End” creo que, en unos años, a la velocidad que van los cambios y novedades virtuales, el teatro dejará de ser un evento vivo para estar enlatado, sin perder calidad ni efectismo. Evidentemente, siempre quedará un público que solo asistirá a momentos de intimidad, pero viendo quién ocupaba los asientos de la Nave 11 de Matadero, está claro que hay un nuevo tipo de público que busca que le emocione la música electrónica fusionada con imágenes de un realismo inquietante a pesar de ser creadas por ordenador.

Tal vez nada muera y todo se reinvente, habrá que estar atento a estos cambios y transformaciones en los lenguajes dramatúrgicos y para ello, lo importante es la diversidad de espacios y estilos, convendría no olvidar esto: En la diferencia está la riqueza.

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