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ay un asunto que toma cada vez más peso en los últimos tiempos y en según qué ámbito nos movamos, y esta, es una cuestión de pronombres y personas. ¿Actuamos desde el ‘yo’ o desde el ‘nosotros’ y ‘nosotras’? ¿Nos movemos para conseguir ‘lo mío’ o ‘lo nuestro’? ¿Apostamos por la individualidad o por el acompañamiento? ¿Por la singularidad o por la humanidad?
La soledad nos aboca no solo a ser víctimas de una agresión sexual, sino a la posibilidad de sufrir otro tipo de abusos.
¿Hemos perdido la fe en la comunidad y la cambiamos por una pasión triste, solitaria por el 'yo'?
Poniendo el foco sobre el sector en el que desempeñamos nuestro trabajo, dos de los fundamentos más importantes que conforman la cultura son la comunidad y la solidaridad. Su naturaleza es social, compartida, dialogada y transmitida. Entonces, ¿por qué desde dentro no pregonamos con el ejemplo y la construimos desde la colaboración, el apoyo y la unidad?, ¿Hemos perdido la fe en la comunidad y la cambiamos por una pasión triste, solitaria por el ‘yo’?
En los últimos meses, tanto desde las artes escénicas como desde las audiovisuales, se han hecho públicos casos de denuncias por agresiones y abusos sexuales que evidencian una falta de empatía en el sector. Sobre ello, “oficialmente” nadie sabía ni sabe nada, pero, ‘off the record’, a posteriori, parece que muchos de los casos eran ya bien conocidos dentro del sector. ¿Cuál es entonces la causa del silencio? ¿Se trata del del auge, cada vez mayor, del individualismo? ¿Es la falta de empatía? ¿Es cuestión de miedos?
En un ámbito en el que precisamente las creaciones surgen del trabajo en equipo y de una creatividad compartida, donde cada pieza importa, -desde la primera palabra que se escribe en el guion, hasta la última pronunciada por los intérpretes, pasando por la dirección, la producción, o la iluminación, el vestuario y el maquillaje-, estos casos de abusos evidencian grietas por las que se entrevé que el trabajo no siempre se sustenta sobre la cooperación sino que, en muchos casos, se fragua en torno a cierta soledad silenciada que nos aísla.
La propia naturaleza de la profesión de los actores y las actrices parece agravar la problemática generada a raíz de estos casos, en los que se ponen de manifiesto ciertas dinámicas de poder, contribuyendo así a una revictimización. La intermitencia, la exposición social y personal o incluso la precariedad laboral son ingredientes que facilitan el señalamiento, contribuyendo a cierta vulnerabilidad que, como consecuencia, desata el miedo, la nulidad o la supresión de la creación y la creatividad, dentro de un oficio en el que los actores ponemos a nuestras creaciones, además del alma, el cuerpo y el rostro.
Muchas veces los abusos se fraguan en torno a cierta soledad silenciada que nos aísla.
¿Nos obliga esto a mirar solo hacia delante, sin ver que quien está al lado está sufriendo en soledad, optando así por el ‘yo’ frente al ‘nosotros’?
La soledad nos aboca no solo a ser víctimas de una agresión sexual, sino también a la posibilidad de sufrir otro tipo de abusos. Son las consecuencias del silencio por miedo a perder el puesto de trabajo o el hecho de poder convertirnos en víctimas de la invisibilización y el descrédito frente a aquellos que atesoran más poder. En este sentido, nuestra soledad se ceba en los puntos muertos de la industria: los profesionales más jóvenes, las producciones más pequeñas, los ángulos muertos que se dan entre lo profesional, lo lúdico y lo social. Es en estas situaciones donde los límites, siendo claros y concretos, se desdibujan y los testimonios nos muestran más crudeza.
Ahora, poniendo el foco en el presente, es momento de respaldar, proteger y velar por la profesión y el sector. Es momento de retomar las redes de apoyo, haciéndolas más fuertes, atreviéndonos a denunciar y a decir “basta ya”, contribuyendo así a marcar con claridad los límites: son las personas que agreden y abusan quienes no tienen espacio en la profesión.
La Unión tiene sus puertas abiertas ofreciendo respaldo jurídico, social y personal a cualquier víctima.
Para ello, la Unión de Actores y Actrices tiene sus puertas abiertas ofreciendo respaldo jurídico, social y personal a cualquier actriz o actor que pueda ser víctima de cualquier tipo de abuso. Animamos a no desoír ni obviar la existencia de este tipo de dinámicas y a tender la mano a quien detectemos que lo necesite, mostrándole el camino de la seguridad en pos de la colaboración, de la humanidad y de la Unión.
Desde nuestra posición como actores y actrices y miembros de la Secretaría de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices, consideramos que es el momento de retomar la cultura del ‘nosotros y nosotras’. Consideramos de vital importancia la necesidad de recordaros que aquí, seguiremos, como siempre, tejiendo una red de apoyo a vuestro lado y con tolerancia cero ante cualquier tipo de abuso. La Unión de Actores y Actrices es y seguirá siendo un lugar seguro al que acudir donde os escucharemos, respaldaremos y acompañaremos como merecéis.
Nunca más estaremos solxs.